¿Por qué somos los malagueños
así?
Los malagueños capitalinos
somos étnicamente distintos de los pobladores de las capitales cercanas. Esta
declaración podría parecer racista, pero yo hablo de historia, viva y cercana.
Cuando Fernando de Aragón tomó
Málaga, no lo hizo a la primera, sino que le costó más tiempo del previsto;
aquel verano de 1487, cuando por fin pudo entrar en Málaga, lo hizo ardiendo no
sólo por fuera, sino también por dentro. Como dice el dicho, traía un agua de
levante… que más bien era un temporal aplastado por el terral.
Cabreado, muy cabreado, decidió
convertir a los 11.000 malagueños en rehenes; los ejecutaría si no reunían
cierta imposible cantidad de oro en un tiempo imposible. Los musulmanes malagueños, que acababan de
perder el mando de su ciudad, ansiaban poder vivir en el que había sido siempre
su hogar. Se afanaron, pues, en el intento de juntar aquella cantidad
improbable de oro (que Fernando necesitaba para financiar la toma Granada);
pidieron ayuda a sus parientes residentes en otros reinos cristianos, Portugal
y África. Pero se cumplió el plazo fatídico impuesto por Fernando, y sólo
habían reunido veintiséis carretas de oro, un poco más de la mitad de lo
exigido. Fernando se apoderó del oro, pero dio por incumplidas las condiciones
de su amenaza. Tomó prisioneros a los 11.000 malagueños y los vendió como
esclavos en Nápoles.
Por lo tanto, Málaga era en 1488 una ciudad
fantasma. Vacía. Todo se había detenido. Lo que molestaba una barbaridad a
Fernando, porque se encontraba con que tenía que pagar una guardia severa,
entrenada y demasiado grande, a fin de no encontrarse con una nueva invasión de
los bereberes. Por ello, decidió repoblar la ciudad. Trajo gallegos,
asturianos, cántabros y riojanos. Política que sus herederos prosiguieron. Por
ello, los malagueños de la actualidad nos parecemos físicamente tan poco a los
cordobeses o granadinos; aquí no abunda la “mujer morena” del tópico, porque la
gran mayoría somos castaños y nuestros ojos van de color miel a azul o verde.
NADIE PODRÍA NEGAR ESTA REALIDAD, DESPUÉS DE DARSE UN PASEO POR LAS CIUDADES
CITADAS Y LUEGO POR MÁLAGA.
Pero además, el temperamento y la
personalidad de los malagueños tienen varios condicionantes más recientes, muy
dramáticos y definitorios: Los siete meses de guerra en el bando republicano
probaron la capacidad de esfuerzo y solidaridad de los malagueños: en talleres
donde se trabajaba gratuitamente, los malagueños estuvimos surtiendo de ropa,
mantas, implementos y hasta de comida a un montón de frentes de otros lugares:
en el sur de Córdoba, en Loja, La Roda de Andalucía, la comarca de Gibraltar,
etc. Nos vaciamos. Las malagueñas hasta se quitaban el pan de la boca. Cuando el Italiano Roatta tomó Málaga para
Franco, este se vengó; durante 1937 la sociedad malagueña sufrió una represión
de comprensión difícil por su crueldad; represión que continuó mucho tiempo;
todavía bien avanzada la década de los cuarenta, aquí continuaban “ejecutando”
a aquellos malagueños díscolos que tanto habían molestado a Franco.
El resultado de tantísima crueldad fue una
sociedad pusilánime, asustadiza, tímida y dedsconfiada. Toda capacidad de
iniciativa fue borrada. Todo orgullo fue borrado. Toda hidalguía fue borrada.
DURANTE LOS ÚLTIMOS 30 AÑOS HA SIDO
ELABORADA UNA GEOPOLÍTICA EN LA QUE ESTA CIUDAD TRIMILENARIA NO TIENE LUGAR. Y
no hacemos nada para torcer esa determinación.
“LA PRIMERA EN EL PELIGRO DE LA LIBERTAD”
HA
MUERTO.
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