Sentimentalmente, Susana Díaz continúa siendo una concejala del ayuntamiento de Sevilla, para ella “lo meón der mundo” y los demás, sólo somos súbditos que tenemos que conformarnos con las migajas que los sevillanos nos den de limosna.
Susana, que arrancó con una formidable campaña
publicitaria de fotos de fingidas “entrevistas” se está desenmascarando a
marchas forzadas. Ayer la vimos haciéndose fotos de “entrevistas” con los
alumnos que ella ha desmochado en la Cónsula. Copiando el centralismo obsesivo
y maniático de Felipe II, que fue el origen de la decadencia imperial de
España, Susana se mete ya hasta en cómo hay que pintar un mercado. El afán centralizador
de la burocracia juntera llega al colmo insostenible de querer, como Felipe II,
controlarlo todo. Su “ministro” (que no ha querido solucionar la Cónsula,
porque lo que él pretende es llevársela a Sevilla), dijo anteayer que antes de
poner en marcha la imprescindible escuela hay que revisar las cuentas. ¿Es que
no han tenido tiempo de revisarlas? ¿Es que los dos años de crisis de la
Cónsula no encendido ninguna alarma?
La obsesión
centralizadora de la junta del PSOE de Susana (que no se da en ninguna
administración del mundo), la convierte a sí misma en inviable, porque no es
posible suplantar a todos los ayuntamientos, organismos e instituciones del
territorio que domina. Aunque la burocracia creada por el PSOE para colocar a
sus militantes es absurdamente desproporcionada, jamás podría llegar a tanto.
No hay ninguna administración en el mundo tan estúpida que quiera ser como
Dios, controlando hasta las hojas que caen de los árboles.
La junta, inventada para beneficiar a Sevilla,
resultó inoperante desde el principio.
Ahora, Susana Díaz la ha convertido en
IMPOSIBLE.
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