Pedro Aparicio
obedeció siempre a rajatabla
la orden de Alfonso Guerra de acabar con Málaga.
No sólo facilitó la expropiación de todas nuestras instituciones, organismos y
empresas para llevarlas a Sevilla, sino que también le metió mano a las
tradiciones.
Eliminó nuestra Fiesta
Mayor de 1.700 años de antigüedad y persiguió los Júas, la única fiesta que Málaga
no ha copiado a nadie y que celebraba por todos los barrios.
Aparicio persiguió
con saña a los transportistas de la estación,
que hacían el júa más grane y
célebre.
viva Málaga libre
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