Hoy,
24 de noviembre, los periódicos cuentan la nueva ocurrencia de la junta contra
Málaga:
Alfonso
Guerra ya ordenó -cuando era todopoderoso- que pararan y minimizaran Málaga, y
hasta prohibió a los suyos que vinieran a veranear en nuestras costas.
33
años más tarde y aunque. aparentemente, Alfonso Guerra ya no manda, sigue el
reflejo condicionado y el propósito de agredir a Málaga queda patente en todas
las iniciativas y presupuestos de la junta ideada para beneficio de los
sevillanos. Así como en las actuaciones del PSOE supuestamente malagueño. Ahora
le ha dado por prohibir construir en extensos territorios de la Hoya, donde ya
había aprobado el plan. La excusa: que funcionarios encerrados en confortables
despachos sevillanos (pagados por Málaga en su mayor parte) consideran que son
terrenos inundables; los que conocen a fondo el terreno y viven y sufren en él,
habían elaborado el plan general, aprobado por la esa junta enemiga que ahora
se desdice.
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