Desconcierta y entristece que no hablen claramente las
autoridades de que no podemos seguir aguantando la discriminación, los robos,
el tercermundismo, la corrupción ni la inoperancia de la junta de los
sevillanos. NI EL PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN NI EL ALCALDE, NI –INCLUSIVE- EL
OBISPO, QUE ESTÁ MORALMENTE OBLIGADO A DENUNCIAR LOS GRANDES PECADOS SOCIALES.
El obispo que se emplea tan a fondo con las cofradías, debería mirar un poco hacia el
Vaticano y Francisco, que jamás toleraría lo que hacen con Málaga Susana y la
junta inoperante.
A excepción de los pocos a los que aún consiguen engañar con su
demagogia, todos sabemos en Málaga que nuestros hijos se quedarán sin porvenir
si no nos apresuramos a echar a Luciano Alonso, Miguel Ángel Heredia, María
Gámez y otros muchos cómplices del desaguisado juntero.
Los periódicos que salen en Málaga (a excepción del gaditano-psoísta Málaga Hoy) hablan ya claramente de la altanería de Susana Díaz. Cualquier psicólogo o sociólogo sabe que la altanería es casi siempre el intento de disimular la incapacidad personal. Por lo tanto, no extraña que sostenga a su lado a Luciano Alonso (que no para de vacilarnos con sus vacilaciones), a quien los malagueños conocemos demasiado como depredador y arrasador de la Málaga orgánica e institucional. Junto y detrás de él, Miguel ángel Heredia, cuyas mentiras permanentes duran ya desde el primer día que entró en las Cortes (supuestamente representando a Málaga); émulo infantiloide de Goebbels, consiguió medrar entre sus correligionarios de Málaga a base de revelarnos el Mediterráneo con sus notas pueriles y mentirosas. En tercer lugar (y no el último, porque la lista es interminable), María Gámez, que no ha nacido ni vive en Málaga, elegida por la inoperante e incapaz Susana como cómplice para que no la molestemos con protestas cada vez que ella o su burocracia destartalada joden a Málaga.
Los periódicos que salen en Málaga (a excepción del gaditano-psoísta Málaga Hoy) hablan ya claramente de la altanería de Susana Díaz. Cualquier psicólogo o sociólogo sabe que la altanería es casi siempre el intento de disimular la incapacidad personal. Por lo tanto, no extraña que sostenga a su lado a Luciano Alonso (que no para de vacilarnos con sus vacilaciones), a quien los malagueños conocemos demasiado como depredador y arrasador de la Málaga orgánica e institucional. Junto y detrás de él, Miguel ángel Heredia, cuyas mentiras permanentes duran ya desde el primer día que entró en las Cortes (supuestamente representando a Málaga); émulo infantiloide de Goebbels, consiguió medrar entre sus correligionarios de Málaga a base de revelarnos el Mediterráneo con sus notas pueriles y mentirosas. En tercer lugar (y no el último, porque la lista es interminable), María Gámez, que no ha nacido ni vive en Málaga, elegida por la inoperante e incapaz Susana como cómplice para que no la molestemos con protestas cada vez que ella o su burocracia destartalada joden a Málaga.
NECESITAMOS URGENTEMENTE QUE UN POLÍTICO DESTACADO HABLE CON
CLARIDAD DE QUE ESTO NO PUEDE CONTINUAR Y DE QUE, SI NO RECTIFICA A FONDO LA
JUNTA NI REPARA LOS DAÑOS DE 34 AÑOS, TENDREMOS QUE ECHARNOS AL MONTE. A
nuestros Montes.
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