LOCALISMOS
FERNANDO SANTIAGO
La importancia de Andalucía en cuanto a población, tamaño e influencia no tiene correspondencia en el ámbito económico lo que supone un menor peso político. Parece un razonamiento impecable que ha debido llevar a la Junta de Andalucía a promover una gran caja de ahorros, un instrumento financiero que pueda competir en igualdad con las dos grandes entidades. Si sumamos la fuerza de las cajas andaluzas, una fusionada se podría situar tercera en el escalafón y tendría el músculo financiero para invertir y actuar como corresponde a una comunidad que representa la quinta parte de España. Cuando parece que las dos grandes cajas andaluzas están dispuestas para abordar el proyecto, en un momento económico propicio para las fusiones, ha surgido el espectro del localismo. Andalucía es demasiado grande y por si fuera poco las comunicaciones sólo se han mejorado en los últimos años. No hay una ciudad que sirva de foco de atracción como pueden ser Valencia, Barcelona o Zaragoza en sus respectivas comunidades. Sevilla es una ciudad que en cuanto a población es similar a Málaga. De hecho, no fue reconocida como capital en el primer Estatuto de Autonomía. Los fuertes localismos andaluces se desarrollan, en muchos casos, frente a Sevilla. Este sentimiento es muy fuerte en Málaga y Granada y algo más débil en el resto, pero está latente en todas las ciudades. No ha calado el liderazgo de Sevilla en el conjunto andaluz y no se reconoce su capitalidad, más bien se siente como un agravio. Es un problema que ha llevado a la creación de una plataforma para segregar Andalucía Oriental. De hecho, en la preautonomía fue un movimiento que encabezaron sectores de la derecha y de UCD. Incluso se propuso como capital Antequera, centro geográfico de Andalucía, como se ha hecho en Extremadura, Galicia o País Vasco, para evitar el debate local y así fraguar un sentimiento común. Por mucho que aquel lema “Desde Ayamonte hasta Almería, una sola Andalucía” impregnase la labor de la primera política andaluza, ahora es difícil sustraerse a las tensiones locales.
Hubo un tiempo en el que se dijo que Canal Sur era el único instrumento de vertebración de Andalucía. El Gobierno andaluz ha intentado siempre en su composición ofrecer puestos de responsabilidad a políticos de todas las provincias. Incluso en su organigrama ha puesto centros de decisión judiciales en Granada y de política turística en Málaga. Nada de esto impide que se vea como un problema la capitalidad de Sevilla y que surjan agravios por todos los rincones. El debate ha recobrado fuerza con la propuesta de fusión de las cajas. Ahora que parece que el proyecto financiero es viable y va en serio, un inesperado problema se ha situado en el camino. Desde Sevilla y desde Málaga se reclama la sede de la caja fusionada, cada uno con sus argumentos. Imagino que al final se buscará una solución del tipo de dividir las funciones de la caja en diferentes sedes (financiera, obra social) o de una multisede. Pero nada evita que un problema que se consideraba resuelto haya resurgido con una fuerza imparable. Afectará a todos los partidos por igual, pero al que tiene más responsabilidad, el PSOE, más que a nadie. Creo que se debe ahondar en el desarrollo de sedes de organismos públicos andaluces repartidos por toda Andalucía. A los dirigentes políticos les puede parecer un engorro pero sirve para articular la comunidad. Al lógico liderazgo de Unicaja y de Braulio Medel en la fusión habrá que buscarle un complemento para que Sevilla no se sienta marginada en el proyecto, cosa que haría inviable la operación. Eso sin olvidar que Andalucía es más grande que la mayoría de los países de la Unión Europea y que “a tós mos gusta que mos rasquen“, como se dice en Córdoba. No podemos mirar el resto de los ciudadanos andaluces cómo se pelean Sevilla y Málaga por la sede de la caja como si fuéramos espectadores de una función ajena. No es la más importante de las decisiones pero tiene su miga
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