sábado, 24 de enero de 2015

OLVIDAMOS QUIÉN RESUCITÓ MODERNAMENTE LA CORRUPCIÓN EN ESPAÑA

Los periodistas malagueños de los años 80 conocemos fielmente dos hechos de aquellos tiempos. 1.- Fuimos muchos los malagueños destacados llamados a integrarnos en el PSOE, pero fueron muy pocos los que se quedaron; casi ninguno podía asimilar las homilías escritas por Alfonso Guerra, donde se nos aleccionaba de que cuanto se hiciera para favorecer al PSOE, era lícito aunque no lo fuera. 2 - Los empresarios contaban que si querían participar en un concurso público, había que ir previamente a Sevilla a pagarle a Juan Guerra el impuesto revolucionario del PSOE, en su despacho de la plaza España. Un periodista insolente preguntó a la mujer de Felipe González por qué tenía un despacho oficial Juan Guerra, que no ostentaba ningún cargo. Ella respondió: “Por sé hermano de Alfonzo”. 

En los escritos y actos de Alfonso Guerra hay que situar la implantación de la corrupción casi colectiva de la clase política española actual. Su hermano Juan fue juzgado tras echarlo dcl despacho, pero el verdadero instigador nunca lo fue.

Algunos historiadores latinoamericanos sitúan en Sevilla el origen de la corrupción que los condiciona y empobrece. Origen que se comprueba con sólo revisar someramente el Archivo de Indias; el comercio de Indias de la Casa de Contratación de Sevilla legislaba que había que entregar a la corona el 10% del valor de los fletes, pero los propios informes archivados avisan de que los galeones declaraban SOLO UN 7% de lo que traían. En los galeones hundidos en la Ría de Vigo tras la batalla del 23 de octubre de 1702, se ha comprobado muchas veces que todos los barcos presentaban compartimentos secretos donde guardaban lo más valioso, oro y joyas. Sobre el estado de la corrupción en Indias, ya a finales del siglo XVII y todo el XVIII, da idea una anécdota que se cuenta en Colombia; se celebraba un almuerzo en casa del gobernador de Cartagena de Indias, y a mitad de la comida, la esposa del funcionario dijo: “Disculpen. La servidumbre me avisa de que llegan los contrabandistas y tengo que ir a ver qué telas y vestidos traen”.

En los años 80 se extendió por Bancos, consejos de administración e instituciones políticas la convicción de que trapichear y robar estaba bien, según predicaba Alfonso Guerra. Así nos va.    

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