En 1978, las prospectivas bancarias vaticinaban que Málaga sería la mayor capital de la mitad sur de España hacia 1993.
Sin ninguna duda, Málaga era la ciudad más desparpajada, dinámica y avanzada del SUR español. Llevaba muchos años creciendo a un ritmo del 3% anual, mientras Sevilla o Valencia no pasaban del 1%.
Cuando Felipe González y Alfonso Guerra, ambos sevillanos, se apoderaron del mando del PSOE, pergeñaron un compló dirigido a desarrollar a toda costa la ciudad de Sevilla y conseguir que superase a Barcelona. Para ello, consideraron indispensable parar Málaga y desposeerla de su arquitectura institucional. Alfonso Guerra tuvo el descaro de decirlo públicamente: MÁLAGA SE HA DESARROLLADO DEMASIADO; AHORA LE TOCA A SEVILLA. Frase que fue la primera consigna que circuló entre los psoístas sureños, los de Málaga inclusive, a fin de obedecer los designios de los dos gurúes: Había que desarrollar Sevilla “como fuera”, perjudicase a quien perjudicase. Durante los primeros ochenta, llegaban al ayuntamiento de Málaga funcionarios sevillanos a ordenarle a Pedro Aparicio que en “solidaridad” con Sevilla, aplacase las protestas de Málaga por los organismos y medios que se llevaban a diario. En cuanto se instauró (ilegítimamente) la junta, la domiciliaron en Sevilla; el primer presidente psoísta, Fernández Viagas, nos mintió de la siguiente manera: “Sevilla funciona como capital de la junta porque yo vivo aquí; para decidir si será Sevilla, Antequera u otro lugar, se convocará un referéndum”. Referéndum que, como es notorio, los pesoístas escamotearon.
Fuimos varios los periodistas que en Málaga hablamos de la inconveniencia de una capitalidad ejercida desde Sevilla. Esta ciudad no es central, sino excéntrica y su narcisismo ególatra la incapacita para poder ser ecuánime con otras ciudades que no se diferencian demasiado de ella. Varios periodistas de Madrid, muchos de Pueblo entre ellos, me llamaron que para insistir en que no detuviera mis protestas púbnñicas, porque “Andalucía fracasará mandada desde Sevilla”, como así ha sido.
Convencidos de que se iban a convertir en la nueva Barcelona, el compló sevillano forzó la historia para celebrar un centenario que pertenecía a Huelva y protagonizar un AVE que debió dirigirse a Barcelona y la frontera francesa.
Pero todos los esfuerzos de los diferentes gobiernos psoístas no han logrado los objetivos de ese compló. Los estados nazi-totalitarios que intentan jugar con los territorios a su voluntad, frac asan siempre. Sevilla, con una superficie provincial doble de ´Málaga, está poblada por una densidad del 50% de la malagueña. Es decir, Málaga tiene la mitad del territorio de Sevilla, pero tiene casi los mismos habitantes. Situación que no ha sido modificada por estos 30 años de abusos de la junta en cumplimiento del compló de González y Guerra.
LA JUNTA ES UN PODER ILEGÍTIMO, NACIDO DE UNA COMPO0NENDA INADMISIBLE, A LA QUE MÁLAGA NO DEBIÓ SUMARSE JAMÁS. El problema es que los psoístas de Málaga eran todos paracaidistas venidos de otros lugares. NI a Pedro Aparicio ni a los demás les entristecían las agresiones de la junta a Málaga. Agresiones que siguieron, siguen y NUNCA TERMINARÁN.
Creer que esto se solucionará sólo con un cambio de partido en el poder es desvariar e ignorar la realidad que tenemos. Los gobiernos de la junta serán siempre rehenes de una abultadísima burocracia sevillana que distribuye, margina, designa y roba para sí.
LA CIUDAD DE MÁLAGA NO TIENE MÁS POSiBILIDAD HISTÓRICA QUE LIBRARSE DEL PISOTÓN SEVILLANO.
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