jueves, 5 de enero de 2012

No es el Metro, es Málaga

El problema no es estirar el calendario del Metro sino el sentimiento generalizado de frustración

TEODORO LEÓN GROSS en SUR


El Metro de Málaga se queda aparcado en vía muerta. La Junta de Andalucía ya no podía prolongar más el espejismo. Esos túneles desconectados no conducen a ninguna parte. Como lanzaderas de barrio no podían inaugurarse sin acumular pérdidas millonarias. Quizá algo así puede funcionar en Broadway o en Oxford St, pero no en la Carretera de Cádiz o Teatinos. En la clase política, y en la izquierda andaluza en particular, suele haber una resistencia homérica a aceptar la realidad; pero al final la realidad se impone. Sólo es cuestión de tiempo. Tras llegar al 11.11.11, la fecha simbólica escogida para subir el telón de la primera línea, no había más tregua. Con las líneas desconectadas no habría viajeros más allá de los primeros días para satisfacer la curiosidad, como aquellas colas del Museo Thyssen con entrada gratis. Un viceconsejero ha descrito gráficamente en qué quedaría inaugurar ahora el Metro: «pasear hierros». Vaya frase para un proyecto estelar. En fin, posponiendo la inauguración a 2013 hacen lo que había que hacer, pero una vez más se hace tarde y mal. Y probablemente la Junta, ya en el alambre electoral, entierra en el suburbano sus expectativas de voto en Málaga, bajo mínimos tras el 22M.
La ciudadanía probablemente no tendrá problemas para entender que no se inaugure un agujero económico. Lo que sí que va a tener problemas para entender es que, una vez más, la Junta de Andalucía acabe convirtiendo sus grandes promesas en decepciones. Y hay demasiadas. Como esos 'ubi sunt' de los poetas clásicos preguntándose con cierta desazón qué fue de esto o de aquello, qué fue de la juventud perdida o del paisaje de antaño, la Junta proporciona abundante material de inspiración: qué fue del hito del macrohospital, qué fue de la rehabilitación del Cuartel de la Trinidad con un proyecto de alta cultura, qué fue de la Carretera del Arco para vertebrar la médula de la provincia entre Marbella y Vélez, qué fue del tren litoral, qué fue de las ilusiones de la deuda histórica para acabar en un edificio abandonado de correos como un panteón vertical de los sueños rotos, qué fue de la autovía del Guadalhorce, qué fue de la Carretera de Cádiz convertida en un bulevar europeo, qué fue de todo aquello que se quedó en un photoshop como tantos proyectos.
El problema no es estirar el calendario del Metro sino el sentimiento generalizado de frustración en Málaga respecto a la Junta. De hecho no hay grandes esperanzas de cambio en Andalucía al menos respecto al centralismo, y por ahí va la ley de capitalidad que el PP prepara a mayor gloria de Sevilla; pero ya pocos pensarán que nada pueda ser peor que ahora. Hay algo de epitafio en el titular de hoy, enterrándose en el metro.

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